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Dejando atrás el pesimismo

Mirar el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. En esta simple sentencia se traduce todo lo que puede señalarse con respecto a cuál es la base de tus pensamientos. No es más que un ejemplo sencillo de cuál es la diferencia entre quien mira la vida desde el optimismo y quien lo hace desde un punto de vista pesimista. Y aunque, en estricto rigor, el vaso sólo está lleno hasta la mitad, todo el mundo interior es proyectado en cómo apreciamos este vaso con líquido en su interior.

Pesimismo

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Ahora bien, si imaginas un vaso con una capacidad de llenado de 300 cc y que tiene en su interior 150 cc de agua, ¿está medio lleno o medio vacío? He ahí la clave que todas las personas exitosas comparten, el punto en común de todo aquel que persiste a pesar de los múltiples obstáculos que se presentan en el camino y que, finalmente, nos señala el grado de felicidad que hay en ellos.

Por cierto, un ingrediente clave de la felicidad es el optimismo, algo que si bien muchas veces cuesta conseguir, es un atributo que puede trabajarse en cada uno de nosotros. Invertir los patrones de pensamiento, mirar la vida con otros lentes y descubrir que siempre hay un lado positivo, que por más oscuro que se vea el camino, el interruptor que enciende la luz está sólo en nosotros y en nadie más.

Para terminar, te ejemplificaré la mirada de alguien pesimista: es un día soleado, el cielo está despejado. Te encuentras con tu amigo pesimista y le dices “lindo día!” y él te responde “sí, pero apuesto a que se echará a perder”. Aunque suene chistoso, los patrones mentales de esta persona están condicionados a mirar todo desde el polo negativo de las cosas y, créeme, es una ardua tarea salir de ese estado. Sin embargo, la buena noticia es que sí se puede y que, después de todo, cuando se hayan eliminado esas trabas en la personalidad, la vida será más bella.

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